Es probablemente el amanecer más triste, con luz en la ventana, pájaros cantando en una rama en frente. Un baile desvanecido en mis recuerdos, sonrisas que se van apagando a medida que pasan los días, veo como la gente se abraza más con la monotonía y mojo un pañuelo. Beso la planta marchita en búsqueda de su avivamiento, pero es tarde, está muerta y le da pereza volver a nacer. Mil labios recorren mis caderas y se dejan caer, no me interesa sostenerlos, ellos besan mis pies eternamente mientras yo pienso en las nubes y en el viento y grito de vacío placer.
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