Algo que me pasa últimamente, y no es nada profundamente reflexivo como lo que escribí acá anteriormente, bah, "profundo", qué se yo. En fín, lo que me pasa es que me gusta imaginarme que soy algo y no alguien. Esto lo copié en parte del el libro "Para Comerte Mejor" de Kieffer, que la verdad me dejó algunas huellitas danzantes en la frente. Qué soy hoy, qué seré mañana, que habré sido. Me acuerdo cuando escuchaba todavía el ruido del agua, la música, y hacía orquestas con la manguera.
El otro día fui a la comisaría a denunciar el extravío de mi título secundario, soy muy distraida. Son esos momentos en que te das cuenta de la presencia de esos dos mundos cuando te cae la ficha de que no existe sólo la soledad de tus nalgas pegadas en la silla en frente de un monitor o una hoja con texto escrito. Y creanme que es difícil a pesar de que uno diga estar consciente de las cosas que pasan, de estar tanto tiempo entre cuatro paredes y ni siquiera ver televisión o escuchar una voz más que la de tus profesores, que también son un mundo aparte, y los dibujos entre las anotaciones de sociedad y estado, y todas esas cosas... y todas esas cosas. Te perdés entre las líneas de la hoja de papel, te undís en un pensamiento blanco, no en blanco, sólo blanco. Te levantás, está tu vieja con sus nuevos zapatos y su carterita haciendo juego, y te sentís o totalmente fuera de lugar, o... ¿decepcionado? pero ¡¿de qué?! Yo soy de esas que se encuentran ropa en la calle, así que si me ven algo nuevo antes de preguntarme si me lo compré, preguntenme si no me tropecé con él.
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