Hay una arañita colgando de un estante superior del escritorio, delante de la pantalla de mi monitor. Me da miedo tocar a los bichitos, por ahí por miedo a destruirlos, o por las cosquillas raras que te producen todas sus patitas cuando caminan en los poros de la piel, que para ellos deben ser casi como escaloncitos. Me encantan, a su vez, los bichitos, tienen un monton de patitas y todas en movimiento, y nosotros no podemos mover dos sin tropezarnos una vez en la vida, y para ellos un tropiezo en la naturaleza es el acabar de su vida.
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