En esta noche inherente a mi los monstruos de abajo de la cama me persiguen para que tenga pesadillas sobre tu infinita si y no presencia, tu inesperado caminar bajo mis sabanas, bajo mis ropas desgarradas bajo la noche azul, inconsciente e inocente, sonriente, gritona a carcajadas camino hacia la puerta de mi habitación y sonrió ante tu afán añorante de mis frías pestañas de careta inadvertida en tu estomago desnudo.
Cualquiera que viera la situación y mis temblorosos brazos alrededor de tu cuello comprendería que la situación es una evidente negación del despecho, y es así como el monstruo me abraza como si fuera suya y me arrastra hacia la solitaria esquina de mi cuarto donde ni la luz de la luna ni la del sol llegan, ahí, a un lado del armario donde alguna vez estuvieron los monstruos que me hacían ver al mundo color de rosa y hoy están tan solo sus cadáveres violados y guasqueados por el asqueroso monstruo de abajo de mi cama que no me permite pensar en vos cuando me masturbo porque me da miedo, me dice que vas a tirarme de la nariz hasta que me exploten los lagrimales y que mañana te vas a dar cuenta de lo sucio que está mi pelo porque hoy no me bañé.
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