Las palabras que en tu ausencia se repiten
como constelaciones navegando a través de mis ojos
susurran a mi oído aquellas cosas
que jamás pude comprender
y eso que me las repetías,
pero éramos tercos
y hoy lo seguimos siendo
pero con una nueva esperanza,
o diferente,
o más sincera y fiel a uno mismo.
Los abrazos del pasado que hoy
parecieran ennegrecidos
por una innecesaria tortura
formuladas por aquellas palabras
que decías sin esa intención
recorren hoy solo una piel
que ya perdí,
que ya no está conmigo,
que la fuí dejando en el paso de los días,
poro por poro,
en el recuerdo lejano,
lejano, lejano,
del deseo de la pasión
que jamás existió
más que en el mismo deseo
y en la misma metabolización ilusiva
de tu cuerpo sobre el mío.
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