20 oct 2011

Las vueltas de la vida me trajeron acá, asiento rojo y profundo, me traga en su abrazo de sillón de tren que grita. Los árboles me piden que me caiga, el sol me ilumina la mano derecha con la que escribo con la lapicera mal agarrada. Camino sin caminar un camino desconocido, mis pies sin tocar el piso, a un destino cierto. Y el olor de Montés que me saca el pulmón, el dolor visceral del trabajo ajeno, el mundo en constante queja bajo mis ojos, mis oídos el cementerio de mil secretos, garganta acalambrada plegada de palabras que no existen. Me gusta ser, no me gusta ser por amor, y allá voy, al no amor, a la vida ciega, al engaño constante, al amor al prójimo, la muerte social entre frutas, moños, pastelitos y tu perfume pasional, tu perfume de persona, el calambre visceral, la unión del asiento conmigo, el grito del tren es el mío y los árboles gritan "pará".

No hay comentarios: