16 ago 2010

Abstracciones

El pinchazo en los ojos, la cegación total del ser: la mente pensante se detiene un momento para establecer una sonrisa entrecruzada de dolor olvidado. El abrazo apenas cambia el contexto rutinal de la vida cotidiana, rompe un esquema triste y lleno de dolores de espalda (los dolores se olvidan cuando la calma fluye por un par de horas con la visita de sus ojos). El tiempo se escurre entre mis dedos, no veo la hora de que no exista más el condicional vital. La comida no importa, no tengo hambre, el dinero no importa, no necesito nada más que volver a casa para continuar las obligaciones, el sufrimiento. Dónde está, en mis manos ya no, mi abstracción de la realidad, mis juegos visuales y cromáticos, y el silencio impreso en papel brilloso, se perdió una tarde de jueves cerca de un café. Ahora sólo me quedan mis manos para materializar sentimientos, y una tijera que me desconecte para sentir.

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