2 sept 2013

Caminaba hacia algún edificio hermosamente decorado en Av Comodoro Rivadavia al 10.500, supuestamente, no-tan-lejos-del-centro por La Boca. Alquiler barato, gran patio con decoración de plantas prácticamente silvestre y natural, etc, etc. Me subo al colectivo, no puedo dejar de pensar que ahí cerca vive ese, pero el bondi sigue de largo y yo miro por la ventana para saber donde bajarme. Bajo, veo el edificio, es como si fuera una mansión antigua enorme color gris, llena de enredaderas y muchas plantas, básicamente, el sueño de cualquier persona amante de la naturaleza y cansada de la ruidosa ciudad. Entro y paseo por las habitaciones, son de ensueño y surreales, como eran de esperar, en cada ventana la luz entra e ilumina celestialmente los muebles antiguos de la habitación, el olor de cada habitación es prácticamente igual, tierra, plantas y humedad. Empiezo a sentir un vértigo mezclado con tristeza producto, supongo, del hecho de que no podría vivir ahí: primero porque me queda lejísimos de mi trabajo, segundo porque quiero renunciar a mi trabajo. Esta es la parte en la que se pone difuso, realmente no sé como llegue a ese colectivo, pero no era un colectivo normal, era un colectivo enorme con asientos que casi formaban pequeños cuartos subdivididos. Mi mejor amiga estaba ahí, ella estaba atrás mio, como siempre, llegando tarde.
- Vení que acá hay dos! - Le grité, mientras veía como la gente iba moviéndose de un asiento a otro y yo perdía de vista los dos asientos juntos que habían quedado libres. Los últimos libres fueron, entonces, al lado de esta banda que a ella y a mi nos gusta un poco secretamente, ambos tienen el pelo con rulos, él es alto y su pelo es negro, ella tiene una gran cabellera enrulada color rubio muy clarito, ambos siempre visten de negro, hasta cuando no están en un escenario. Nos sentamos al lado de ellos y desaparecen, es entonces cuando aparece él, no ese que vivía cerca de La Boca, porque ya no me interesa, es más un recuerdo confuso (no puedo definir si es un buen o un mal recuerdo) que deforma las situaciones en mi interior. Él, que es incomprensible, ilegible y a la vez tan, tan, tan básico. Mi mejor amiga me mira como diciendo, "bueno, me voy", me transmite sus pensamientos, ella sabe lo que se viene, yo se lo que se viene, él sabe dentro suyo que su demonio interno desea absorberme. Ella se va y me quedo con él en lo que de pronto se transformo en una cama, me siento usada con tan solo mirarle la cara, porque soy capaz de intuir lo que va a acontecer. Me apoya su mano en el brazo y leo en su mente, imágenes disparatadas ante mis ojos: a todas les toca igual, no pueden decir que no, quién sabe qué es lo que pretende. Intenta agarrarme, quiere que yo sea su nuevo juguete, luego cambiarme cuando me vuelva tan humana que le asquee, su cara es atroz, deforme, totalmente extraterrestre, y yo realmente no quiero eso para mis días, ya ustedes se transformaron en transtornos y pesadillas. Pienso en todos ustedes, los que sí y los que no, y la verdad es que no quiero pizza, ni cerveza, ni tortillas de papa, ni sanguchitos de queso, helados en esa heladería de dos pesos con cincuenta o colillas de cigarrillo al lado de la cama. Me levanto y salgo corriendo, siento su mirada pegada a mis piernas que bajan las escaleras rápido como si fueran un tobogán. No creo que esta vez signifique ni que bajé de nivel personal o que me siento mal conmigo misma, sólo se trata de escaleras literales, escaleras las cuales bajo en significante de que te alejes, te alejes de mí como puedas, corras hacia otro lado. Soy un hombre triste delatado por sus momentos felices, como dice Nietzsche. Hoy soy como un baile de sonrisas apagadas al anochecer, en este momento, en el hoy, soy el silencio fortuito en brazos del más despiadado demonio-absorbe energía. La pura inocencia que hoy me lleva a creer, por más de razonar, en la más ridícula de las sonrisas.

No hay comentarios: