26 sept 2013

Puedo estar con quien quiera, pero no puedo estar con quien quiero.

Me abraza, me acaricia el pelo, me dice que huele bien. Caminamos, el cielo se va oscureciendo, mis pensamientos también. Nos tomamos un café con leche, intento sonreír, me hace doler el estómago, el café me cayó mal, mis pensamientos lo fermentaron. Pasan los días, mi ventana está sucia y la limpio, me siento en mi cama tomando un jugo bagio en cartón, aprieto fuerte en mi mano hasta que explota. Mi cuarto huele a naranja, mi estómago de nuevo duele, el jugo me dio acidez. Me agarro las dos manos, pienso, mis pensamientos no puedo decirlos, no me dan vergüenza, sólo lo considero innecesario. Me ruge la panza, tengo hambre, me hago un sándwich, miro el piso, que está sucio, agarro la escoba y me dispongo a barrer, cuando caigo al piso de rodillas, lágrimas en los ojos, tus ojos impresos en mi memoria, liquidando cada céntimo de energía que me queda, cada mililitro de combustible en mi mochila andando pesadamente llena de libros, pensamientos, distracciones, pesadillas. Siento mi cuerpo desvanecerse hacia adelante, mi mejilla aplastada contra la fría madera sucia y llena de astillas, desgana, mis ojos derraman mis pensamientos, la madera se moja, se hincha, no puedo respirar más por la nariz, todo esto en el mayor silencio posible. El alma me hace cosquillas, mis vasos sanguíneos explotan en mis muñecas, mis pensamientos son venenosos e indefinidos, dejo a mi cuerpo marchitarse.

1 comentario:

rayito dijo...

creo que yo también tengo gastritis, amiguita